"Veamos, camaradas: ¿Cuál es la
realidad de esta vida nuestra? Encarémonos con ella:
nuestras vidas son tristes, fatigosas y cortas. Nacemos, nos suministran la comida necesaria para
mantenernos y a aquellos de nosotros capaces de trabajar nos
obligan a hacerlo hasta el último átomo de nuestras fuerzas; y en el preciso instante en que ya no
servimos,
nos matan con una crueldad espantosa. Ningún animal en Inglaterra conoce el significado de la felicidad o la holganza después de haber cumplido un año de edad.
No hay animal libre en Inglaterra.
La vida de un animal es sólo miseria y esclavitud; ésta es la
pura verdad.
»Pero, ¿forma esto parte
realmente, del
orden de la naturaleza?
¿Es acaso porque esta tierra nuestra es tan pobre que no puede proporcionar una vida decorosa a todos sus habitantes? No, camaradas;
mil veces no.
El suelo de Inglaterra es fértil, su clima es bueno, es capaz de dar comida en abundancia a una cantidad mucho mayor de animales que la que actualmente lo habita. Solamente nuestra granja puede mantener una docena de caballos, veinte vacas, centenares de ovejas; y
todos ellos viviendo con una comodidad y una dignidad que en estos momentos está casi fuera del alcance de nuestra imaginación. ¿Por qué, entonces, continuamos en esta
mísera condición?
Porque los seres humanos nos arrebatan casi todo el fruto de nuestro trabajo. Ahí está, camaradas, la respuesta a
todos nuestros problemas. Todo está explicado en una sola palabra:
el Hombre.
El hombre es el único enemigo real que tenemos. Haced desaparecer al hombre de la escena y la causa motivadora de nuestra hambre y exceso de trabajó será abolida para siempre.
»
El hombre es el único ser que consume sin producir. No da leche, no pone huevos, es demasiado débil para tirar del arado y su velocidad ni siquiera le permite atrapar conejos. Sin embargo,
es dueño y señor de todos los animales. Los hace trabajar, les da el mínimo necesario para mantenerlos y lo demás se lo guarda para él. Nuestro trabajo labora la tierra, nuestro estiércol la abona y, sin embargo, no existe uno de nosotros que
posea algo más que su pellejo. Vosotras, vacas, que estáis aquí, ¿cuántos miles de litros de leche habéis dado este último año? ¿Y qué se ha hecho con esa leche que debía servir para criar terneros robustos? Hasta la última gota ha ido a parar al paladar de
nuestros enemigos. Y vosotras, gallinas, ¿cuántos huevos habéis puesto este año y cuántos pollitos han salido de esos huevos? Todo lo demás ha ido a parar al mercado para producir dinero para Jones y su gente. Y tú, Clover, ¿dónde están estos cuatro potrillos que has tenido, que debían ser sostén y alegría de tu vejez? Todos fueron vendidos al año; no los volverás a ver jamás. Como recompensa por tus cuatro criaturas y todo tu trabajo en el campo, ¿qué has tenido, exceptuando tus escuálidas raciones y un pesebre?

»
Ni siquiera nos permiten alcanzar
el término natural de nuestras míseras vidas. Por mí no me quejo, porque he sido uno de los
afortunados. Tengo doce años y he tenido más de cuatrocientas criaturas. Tal es el destino
natural de un cerdo. Pero
al final ningún animal se libra del cruel cuchillo. Vosotros, jóvenes cerdos que estáis sentados frente a mí, cada uno de vosotros
va a gemir por su vida dentro de un año. A ese
horror llegaremos todos: vacas, cerdos, gallinas, ovejas; todos. Ni siquiera los caballos y los perros tienen mejor destino. Tú, Boxer, el mismo día que
tus grandes músculos pierdan su fuerza, Jones te venderá al
descuartizador, quien te cortará el pescuezo y te cocerá para los perros de caza. En cuanto a los perros, cuando
están viejos y sin dientes, Jones les ata un ladrillo al pescuezo y los ahoga en el estanque más cercano.
»¿No resulta entonces de una
claridad meridiana, camaradas, que
todos los males de nuestras vidas provienen de la tiranía de los seres humanos?
Eliminad tan sólo al Hombre y el producto de nuestro trabajo nos pertenecerá. Casi de la noche a la mañana, nos volveríamos ricos y
libres. Entonces, ¿qué es lo que debemos hacer? ¡Trabajar noche y día, con cuerpo y alma, para derrocar a la raza humana! Ése es mi mensaje, camaradas:
¡Rebelión!"
Rebelión en la Granja, George Orwell.
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