Hay más de mi en un mundo encerrado.

Pues, yo te escribiré; yo te haré llorar. Mi boca besará toda la ternura de tu acuario.

sábado, 8 de mayo de 2021

Soledad

 "Qué raro que seas tú quién me acompañe, soledad, a mi que nunca supe bien cómo estar solo", dije Jorge Drexler en una de sus canciones y pienso... pienso mucho en esto de estar sola, y pienso también que no sé, al igual que él, a estarlo.

El estar sola por falta de compañía puede ser una de las pobres interpretaciones que se pueden derivar de esta frase. Alguien una vez me preguntó "¿Qué tipo de compañía necesitás?", como si eso pudiera saberse, o en todo caso, como si eso pudiese solucionarse yendo a comprar a un kiosco un kilo de compañía (¿o se venderá en litros?).

No es el hecho de estar un rato o un par de horas sola en mi casa. Mi gatas me hacen la compañía necesaria como para pensar que convivo en comunidad. Es un poco más allá de eso, o quizás será más oportuno decir que es un poco más adentro de eso. Sí, más adentro, más profundo, hay que buscar un poquito más.

No quiero caer en victimizaciones mentirosas. No quiero tampoco sacar todo lo que tengo. Tal vez tengo miedo de saber realmente qué me sucede y me es más fácil encontrar culpables afuera. Afuera de mi. El otro. Los otros. Los que pueden hacerme algo.

Es raro esto de volver a escribir. Es raro poner en palabras nuevamente lo que me sucede solo para que no me maten. Es la necesidad de sentirme un poco menos mal. Un poco más vacía. No, vacía no. Un poco menos cargada. Eso es.

Es que realmente siento, en lo profundo de mi, una especie de bola pesada llena de cosas espantosas. No sé en qué parte del cuerpo está, pero está. Es el pecho el lugar elegido muchas veces, para sentirme ahogada, hundida en mi propia mierda, tratando de salir y al mismo tiempo regocijándome porque sabía que eso me iba a pasar. Es como una especie de satisfacción que me repite al oído "y sí, si otra cosa a vos no te puede pasar. ¿Te sorprende?".

No, mi vida no es una mierda como ustedes están creyendo al leer esto. "Pobre piba, no debe pegar una". No, al contrario, tengo una vida excelente. Es más, tengo una vida bastante envidiable. Pensar que con la edad que tengo pude construir un montón de cosas propias y al rededor mío me da también satisfacción. Pero no me llena.

Mi psicólogo me dice "eso afirma que aunque tengas millones de cosas materiales, la alegría se tiene que construir igual". Y sí, señor, eso intento, pero necesito de su ayuda por eso lo veo. Pero me cuesta tanto. Todo me cuesta tanto. Siento la cabeza trabada en segunda cuando tendría que estar ya en tercera o cuarta.

Va voy a poder seguir. Voy a poder. ¿Voy a poder?