Hay más de mi en un mundo encerrado.

Pues, yo te escribiré; yo te haré llorar. Mi boca besará toda la ternura de tu acuario.

viernes, 2 de agosto de 2013

Eterno compañero


Lo único que queda por hacer es esperar que el tiempo pase y borre las heridas de mi alma, desate los nudos que aprietan tan fuerte mi corazón, me saque la roca del pecho y le devuelva el color a mi piel, las sonrisas a mi rostro y las ganas de vivir a mi cuerpo.
Solo queda esperar que el tiempo pase y borre un poco mi memoria, me nuble los ojos y arrugue mi piel. En ese instante, si la suerte está de mi lado, quizás te vayas de mí. Sin embargo, sospecho que aún serás parte de mi tristeza, de mi amargura y de mi felicidad; serás el recuerdo que el tiempo no me podrá quitar; serás el hueco permanente que no podré rellenar nunca.
De esta forma, el tiempo me tratará como a cualquier persona, mi cuerpo responderá de acuerdo a mis años, pero el personaje más vil de mi historia se mantendrá conmigo: se fijará a mi mente, a mi cuerpo y a mi alma; lo sentiré en todos lados, en todos mis lados y en todos los ajenos; lo veré en los ojos del perro, en los ojos del vecino, en los ojos del mundo. Ahí lo veré, fijo y penetrante como el primer día. Me perseguirá, estoy segura, no me dejará un solo día de mi vida.
Tengo miedo de su presencia, de su compañía perpetua. Tengo miedo de no poder estar a solas nunca, de que esté ahí cuando duerma, hurgando en mis sueños; cuando lea, usurpando mi imaginación; o cuando hable, adueñándose de mis palabras; sin dejarme conmigo misma un solo instante de mi vida.
Me acechará, no lo dudo. Puedo sentirlo ahora: me está mirando. Me hostiga, me castiga. Sospecho también dee ya no ser yo quien escribe estas líneas, sino sus palabras haciéndose presentes nuevamente: es él quien me obliga a escribir, es él quien aparece en mis escritos como en cada rincón al que miro. Es él, es el recuerdo: mi eterno compañero de vida.

No hay comentarios: